Add parallel Print Page Options

10 Olía tan mal que ningún soldado quería cargar su camilla. ¡Que terrible situación para aquel que creyó tener el cielo en su mano!

11 Pero como sus dolores aumentaban, Antíoco empezó a cambiar su actitud orgullosa, y a reconocer que todo se debía a un castigo de Dios. 12 Cuando ni Antíoco mismo soportaba el mal olor de su cuerpo, aceptó que era un ser humano igual a todos. Ya no podía pretender que era igual a Dios, y reconoció que era mejor obedecerlo.

Read full chapter